¡Cuantas veces, hermana poesía,
me abracé a tu cuello para llorar!,
¡Cuántas noches desvelada,
me quedé dormida en tu palomar,
expirando en mi aliento, todavía, un último verso niño!
¡Cuántas veces fuiste mi confidente,
mi almohada de confesión!
La perfecta amiga
que escucha sin hablar
que miles de secretos sabe guardar.
¡Cuántas veces querida amiga deposité en ti
mis angustia y mi ansiedad!
¡Cuántas veces compartiste mis triunfos!
¡Y cuántas veces
viaje contigo a la eternidad!
Hermana poesía
hoy no te pediré nada,
hoy solo contemplaré tu rostro
y te invitaré un café en un viejo bar.
Conversaremos relajadas,
comeremos unas galletas,
nos contaremos nuestras vivencias.
Tenemos mucho tiempo
para seguir construyendo versos.
Ahora solo quiero
engreírte
y pasearme en tus olas y en tu mar,
relajada y sin prisas.
El mundo está hecho para disfrutar.
Vamos a casa amiga,
el día empieza a declinar.
Dormiremos juntas abrazadas en mi desván.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados/copyright ©
me abracé a tu cuello para llorar!,
¡Cuántas noches desvelada,
me quedé dormida en tu palomar,
expirando en mi aliento, todavía, un último verso niño!
¡Cuántas veces fuiste mi confidente,
mi almohada de confesión!
La perfecta amiga
que escucha sin hablar
que miles de secretos sabe guardar.
¡Cuántas veces querida amiga deposité en ti
mis angustia y mi ansiedad!
¡Cuántas veces compartiste mis triunfos!
¡Y cuántas veces
viaje contigo a la eternidad!
Hermana poesía
hoy no te pediré nada,
hoy solo contemplaré tu rostro
y te invitaré un café en un viejo bar.
Conversaremos relajadas,
comeremos unas galletas,
nos contaremos nuestras vivencias.
Tenemos mucho tiempo
para seguir construyendo versos.
Ahora solo quiero
engreírte
y pasearme en tus olas y en tu mar,
relajada y sin prisas.
El mundo está hecho para disfrutar.
Vamos a casa amiga,
el día empieza a declinar.
Dormiremos juntas abrazadas en mi desván.
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