Marcela y sus sueños en otro país (Relato para taller activo, historias de enmigrantes)
Marcela había decidido salir de Perú, pues en estos tiempos de terrorismo la situación económica estaba muy mala, no había trabajo para su esposo que además era mayor de edad y andaba enfermo de la diabetes.
Y a pesar que tenía una
pequeña hija de once años, la debía dejar e ir en busca de mejores condiciones
de vida.
Es así que se despidió de su familia muy triste y viajó a Italia, pero allí
con el escaso dinero que llevó, solo pudo conseguir un trabajo de cuidadora de
una anciana a quien deberá hacerle comer, vestirla, llevar al baño, etc.
El sueldo que le ofrecían no era mucho allí, pero para ella estaba
bien, pues necesitaba urgente trabajar y enviar dinero a su esposo para sus medicinas
y para su hija Lila, que estaba todavía en el colegio y necesitaba muchas cosas
y así decidió trabajar fuera de su patria.
Los hijos de la anciana que cuidaba,
eran de mal carácter pero ella los soportaba porque necesitaba el dinero y le había
agarrado cariño a la anciana que cuidaba, pues ella le había contado que sus
hijos no la querían, que siempre la regañaban, y le dejaban con enfermeras o cuidadoras
y que solo venían a decirle cosas feas o pagar a las empleadas y muy pronto se
iban, porque según decían estaban muy ocupados.
Pero el trabajo con la anciana era muy agotador, aunque cuando llegaba
fin de mes Marcela se alegraba pues le pagaban su sueldo e inmediatamente escribía
a sus esposo e hija, les decía que estaba bien
y les enviaba una buena parte de su sueldo a su esposo para sus medicinas
y a su hija pasa sus alimentos y estudio prometiéndoles esforzarse para
mandarles más dinero:
-Dios mío esta anciana cada día
está peor de salud, su cáncer está avanzando, me hace levantar de madrugada,
tengo que darle sus remedios, lavar su ropa, cocinarle, hacerle dormir y sus
hijos ni la llaman, ni para preguntar por ella y encima este mes me han
pagado solo una parte del dinero, dicen que les ha ido mal en el trabajo, pero
yo cada día siento este trabajo más pesado y además necesito el dinero para seguir
mandando a mi esposo y mi querida hija-¿Qué hare?- ¿ Si dejo este trabajo quién
me dará otro?- Esperaré y si el próximo mes no me pagan, tendré que buscar otro
lugar donde trabajar.
- ¡Qué dura es la vida, aquí casi no salgo y solo vivo para
trabajar y comer preocupada por sobrevivir. Me estoy acabando la vida en este
país y en esta casa que llevo ya dos años y en este país tan lejano y que encima
nos discrimina y nos trata como si fuésemos sus empleados o seres inferiores. Pero
yo seguiré luchando, porque extraño mucho a mi familia, por ellos soportaré todo, todo...
Marcela lloraba de impotencia y rabia y decía en su dolor:
- Dios mío, ¡dame valor!, unos tres años más junto plata y regreso
a mi patria, extraño a mi hija y temo que mi esposo, de la pena, se vaya
agravar de su diabetes,
¡Qué dura es la vida para un enmigrante!
¡Con cuánto sacrificio se sobrevive lejos de nuestro país!
Autora: Edith Elvira
Colqui Rojas-Perú-Derechos Reservados©
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