Del amor floreado y señorial
que me brindaste,
que me brindaste,
hoy solo cenizas muertas quedan.
Del amor en llamas
ardientes fogosas,
solo el humo desganado se huele.
Languidece macilento, el amor
pleno.
Sus alas volaron al lejano
desierto
donde suplicaba por pan y agua
y nadie le tendía la mano.
Yo tampoco.
No lo merecían sus agraces
amargos.
Muerto sin vida se quedará para
siempre.
No hay resucitador que valga
para componer sus respiros.
Ceniza de muerte
tu amor de mentiras vanas.
Amarga ceniza muerta, tu amor de
veleidades.
Ceniza que el viento acabará por
disolver
y no volverá jamás, lo sé.
Sus barcos se alejan,
sus recuerdos estallan en el
vacío.
¡Ya no siento nada por ti!
Tú mataste poco a poco
mis rosales de ternura,
rompiste mi copa de
dulzura
que ilusionada erigí para ti.
Tu gesto adusto de indiferencia
la hizo sucumbir;
rajarse en mil pedazos.
Ya no tendrás sus besos de
albura,
ya no sentirás sus lozanas
pieles
ni sus caricias peras maduras.
Olvidadas muertas y sepultadas
quedaran sus fauces.
Ya no estarán en mis cuadernos
de recuerdos
tus embelesos.
Autora: Edith Elvira Colqui
Rojas-Perú-Derechos reservados
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