Cruel
condena es morir de tanto amor
es vivir en
constante desventura,
sin gozar de
los cielos su dulzura,
libando las
espinas del dolor.
No sentir de la vida su sabor,
extrañando
tus brazos de ternura,
y tus
palomas blancas de dulzura,
Es vivir olvidada,
¡mi señor!
El mundo ya no tiene el mismo brillo
y cantan los
turpiales en tristeza
ansiando de
tu cuerpo su regreso.
Necesito de ti mi pajarillo,
apagar
soledad y la rudeza
en la fogosa
llama de tu beso.
Llevo tu
nombre impreso,
muriendo
estoy por ti mi blanco lirio;
necesito
tus flores con delirio.
Autora:
Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados/ copyright ©
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