En los
espejos del otoño de mi vida
puedo
ver sus hojas secas caídas,
¡Y me
asalta la voz de la nostalgia!
¡Cuánta
vida derramada
en mis
praderas juveniles!
¡Cuántas
alegrías floridas!
¡Cuántas
penas purpurinas!
Mis
pasos lentos cansados
van
camino a su descanso
pero
en sus riberas tranquila avanzo.
Supe
guardar mis canastos
para
esta etapa de cabelleras largas.
¡No,
no me quita el sueño
sus
relojes caballos galopantes!
Ni los
surcos que se dibujan en mi frente,
¡Ni
siquiera mi salud macilenta!
En mi
otoño relajada descanso
en sus
hojas ocres y anaranjadas,
pues
aprendí a vivir la vida
en
alanza de equilibrio.
Aprendí
a no
inquietarme por lo que no puedo cambiar.
A
asumir el peso de los años con hidalguía.
Ah, mi
gentil otoño, yo te diviso
sentada
en el banco sereno de la espera;
te
saludo con mis manos muy alegre
y con
el alma pacificada en tus designios.
Mi
otoño hospeda en mí su cuerpo aquiescente.
Yo lo
recibo con un ramo de flores
y
mirándolo de frente.
¡Los
años no han pasado en vano!
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú Derechos
reservados
No hay comentarios:
Publicar un comentario