Era una niña brujita, que le gustaba pasear por el mundo,
tenía un gato negro, que era su amigo y su engreído y todas las tardes volaba en su escoba.
El gato le seguía en su vuelo agarrándose de los pelos de la escoba. Era muy divertido volar. Marita, era feliz volando por el cielo sonreía muy contenta y su gato Minino le seguía siempre cogido de las cerdas de la escoba, y aunque tenía miedo, él no se quejaba, disfrutaba junto a su amita.
Cruzaban países, diversas ciudades, aterrizaban para comprar golosinas y recogían frutas del bosque y cuando llegaban, Marita guardaba la escoba detrás de la puerta y daba de comer a su gato.
No tenían que comprar mucho, pues como ella era una brujita mágica, hacía aparecer de todo, en su casita de madera en el bosque, tan llena de amor.
Eran muy felices Minino y Marita, surcando todas las tarde los cielos contentos.
tenía un gato negro, que era su amigo y su engreído y todas las tardes volaba en su escoba.
El gato le seguía en su vuelo agarrándose de los pelos de la escoba. Era muy divertido volar. Marita, era feliz volando por el cielo sonreía muy contenta y su gato Minino le seguía siempre cogido de las cerdas de la escoba, y aunque tenía miedo, él no se quejaba, disfrutaba junto a su amita.
Cruzaban países, diversas ciudades, aterrizaban para comprar golosinas y recogían frutas del bosque y cuando llegaban, Marita guardaba la escoba detrás de la puerta y daba de comer a su gato.
No tenían que comprar mucho, pues como ella era una brujita mágica, hacía aparecer de todo, en su casita de madera en el bosque, tan llena de amor.
Eran muy felices Minino y Marita, surcando todas las tarde los cielos contentos.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas –Perú-derechos reservados
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