Girasoles marchitos caminan ciegos.
Su agua es escasa,
tienen la vida contada.
Su amarillo ya no emerge,
sus sonrisas fenecen.
Su luz se muere
en un jarrón oscuro.
Oscuro como la soledad más muerta,
como el vacío más mudo.
Contemplo
sus pétalos caídos.
Les hago luto:
a sus ahogos,
a sus piernas dobladas...
La noche es larga para ellos,
morirán por el calor ardiente,
o por un vecino indiferente
que no las regó.
Vecino sin alma.
Girasoles en funerales
me ofrece hoy la vida.
Y no puedo retardar su partida.
Uno a uno, en el jarrón expirarán.
Adiós a sus capas amarillas
que daban vida
e iluminaban mis días.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados
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